¿Cómo aprovechar la energía solar que recibe una casa?
En el blog anterior hablábamos de un tema muy relacionado con aprovechar la energía solar de una vivienda, en concreto, de la arquitectura bioclimática. En este artículo, vamos a profundizar en la arquitectura que toma de referencia la energía solar, la preferida de muchos porque es limpia, ilimitada y relativamente barata.
La energía solar proviene del Sol, un recurso que recibimos a diario y de manera gratuita. En concreto, esta energía procede de la radiación, aunque nosotros la percibimos en forma de luz y calor. El valor de esta energía es incalculable, por lo que es fundamental aprovechar al máximo este recurso energético.
Cómo aprovechar la energía solar en tu vivienda
Se trata de diseñar y construir una vivienda permitiendo que capte o rechace energía solar, según la época del año, con la intención de regularla en base a las necesidades de calefacción, de refrigeración o de luz. En estos casos, hay que aprovechar la radiación solar que llega al edificio, pero, ¿cómo?
- Optimizando al máximo la ubicación de la casa. El primer factor a tener en cuenta es el entorno climático. Pero también es importante el entorno físico: la altitud, la distancia al mar, la orografía, la proximidad a vegetación o los emplazamientos urbanos.
- Teniendo en cuenta la forma de la vivienda, ya que interviene de forma directa en el aprovechamiento climático del entorno. En este caso, son fundamentales la superficie, el volumen y hasta el color de la fachada.
- Tomando en consideración los cierres y el aislamiento térmico. Los cierres de un edificio tienen como función principal preservar las condiciones interiores. Una de las maneras de conseguirlo, es que los muros ejerzan como aislantes térmicos, para lo que hay que tener en cuenta el grosor del material, las dimensiones del cierre o las propiedades termofísicas de los materiales que lo componen.
Otras formas de aprovechar el calor del Sol: energías térmica y fotovoltaica
Existen otros modos de aprovechar la energía solar para uso doméstico. Una de estas formas es la energía solar térmica, que nos sirve para calentar agua, ya sea para consumo humano de la propia casa (para beber, para ducharnos o para cocinar), para la calefacción o para la piscina.
Es la más fácil de entender, ya que se trata, básicamente, de aprovechar la radicación solar para calentar unos paneles, que se instalan normalmente en el tejado de la vivienda. Por este panel circula un líquido que absorbe ese calor y lo traslada a un depósito de agua que suministrará agua caliente a la casa.
Por otro lado, podemos utilizar la energía solar fotovoltaica, que quizá sea la más conocida. Consiste en instalar paneles fotovoltaicos, que se fabrican en diferentes dimensiones y de distintas potencias para adaptarse a nuestras necesidades. Su funcionamiento es muy simple: colocamos estos paneles en un lugar bien soleado (en España, orientados hacia el sur) y así obtenemos energía eléctrica, en forma de corriente continua. Esto siempre y cuando el Sol ilumine los paneles.