A los inmuebles capaces de acumular o generar en un año más energía renovable de la que fue necesaria para construirlos les salen las cuentas: en lugar de consumir pasan a suministrar energía. Por eso son positivos
La universidad de la ciudad de Friburgo (Alemania) está detrás del edificio positivo más grande de Europa: el Ayuntamiento de esa ciudad de la Selva Negra ideado por el estudio Ingenhoven architects. El edificio de planta circular consigue acumular energía a partir de un esmerado aislamiento —que mantiene una temperatura bastante constante y que, por lo tanto, facilita que se necesite muy poca energía para calentarlo o enfriarlo—. El sistema de ventilación también evita desperdiciar energía. La cubierta, y las partes de la fachada más expuestas al sol están forradas con paneles solares que, a su vez, protegen el edificio del sol. La luz natural, se cuela por aperturas no muy grandes entre los paneles y la suma de todos los captadores fotovoltaicos produce más energía de la que el edificio necesita para funcionar. Así, en dos años que lleva funcionando, la energía que no consume el edificio se vuelca en la red general abaratando el coste energético de todos los ciudadanos.
Pero los edificios positivos no son, obligatoriamente, construcciones de nueva planta. A los pies de los Alpes, en la localidad alemana de Bad Helibrunn, una antigua granja fue transformada en escuela por los arquitectos del estudio Florian Nagler. El objetivo de Nagler y su equipo era construir un edificio autosuficiente: capaz de captar y generar la energía que precisa su funcionamiento y mantenimiento para autoabastecerse. Ese objetivo no podía hacer peligrar la comodidad de los usuarios de la academia. Por eso el inmueble dispone de un doble sistema de calefacción: el que genera la quema de astillas de madera del bosque vecino, se pone en marcha cuando las placas solares no consiguen suficiente cantidad de energía. Los arquitectos hablan de “isla energética” y el resultado es, de nuevo, una captación de energía mayor que la que precisa la academia aunque, para ser un edificio positivo, deberá recuperar en un año el gasto energético derivado de su construcción.
Eso, ser positivo, lo que ha conseguido también (según el DGNB —consejo de edificación sostenible alemana—) un bloque de apartamentos levantado en Frankfurt, el Aktiv-Stadhaus, que ha sido el primero capaz de recuperar la energía consumida en su construcción en el plazo de un año.
De nuevo, el aislamiento, la recuperación del calor a pesar de la ventilación, paneles solares ultra eficaces en la cubierta, calefacción geotérmica y electrodomésticos de bajo consumo en las viviendas han hecho posible que este edificio firmado por el estudio HHS Planer+Architekten AG, se convierta en el primer edificio de viviendas positivo.